Independientemente de su preferencia sexual, todos los estadounidenses tienen el derecho a ser tratados por igual ante la ley. Por lo tanto, todos los estadunidenses somos iguales y cualquier tipo de discriminación es totalmente inaceptable.
El año pasado la Suprema Corte en una decisión histórica, definió al matrimonio como una institución que refleja el amor entre dos personas, punto. Fue una gran victoria para nuestra nación.
Siento esta decisión como una victoria personal ya que como integrante del Congreso trabajé activamente para que la igualdad sea una realidad, apoyé firmemente para que se respetara la nueva Ley sobre el Matrimonio derogando la anterior (DOMA). Realicé una campaña para lograr la igualdad en 2012 y nuevamente en 2014. Por ello es que el 26 de junio del 2015 es una fecha que recordaré y celebraré siempre.
Pero nuestro objetivo aún no se ha conseguido totalmente. Lamentablemente en varios Estados, aunque todo tipo de parejas pueden casarse legalmente, todavía pueden ser objeto de discriminación por su preferencia sexual ya que existe la posibilidad de ser despedidos de su trabajo o desalojados de sus casas. Eso está mal.
Considero que los criterios para ser evaluados en nuestros empleos y carreras deben ser por nuestro desempeño y el valor que aportamos a nuestro lugar de trabajo. Nadie tiene porque sufrir discriminación en su lugar de trabajo o por la forma que tenga para ganarse la vida y mantener a su familia.
Por eso es que colaboré para añadir a la Ley de No Discriminación en el Empleo (ENDA) la orientación sexual e identidad de género en la lista de protecciones laborales que incluían solo la edad, el sexo, la religión, la raza y la discapacidad.
Por ello respaldo firmemente la Ley de Igualdad. Es inconcebible que todavía se pueda discriminar legalmente a las personas cuando solicitan empleo, adquieren una casa o al trabajar día a día en su negocio.